Mercurio Editorial

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La literatura y la vida

La literatura y la vida

Luis León Barreto [prólogo José A. Luján Henríquez]. Ensayo. 1 Edición. 2015. cartoné. 15x21 cm. 366 p. ISBN: 978-84-943659-7-3

No es frecuente en los tiempos de urgencia y especializa-ción que nos atenazan que un escritor, con una trayectoria consolidada en un género, distraiga su atención de las tareas que le son prioritarias y que supongan un desvío de la dedicación que habitualmente cultiva. Es como si esta forma de proceder diera pábulo y convirtiera en un riesgo la pérdida de cierta identidad en su compromiso con la escritura. Parece que el novelista tiene que ser novelista, el poeta solo poeta, el dramaturgo solo hombre de teatro y el ensayista lo propio.
No es nuevo recordar los esfuerzos que se hacen para deslindar los géneros, como podrían ser las dualidades ciencia / literatura, escritor / periodista, o literatura / periodismo. Y si esto puede resultar muy académico y preceptivo, cierto es que no pocos escritores transitan por los diversos géneros, aunque sea por uno específico por el que casi de forma definitiva le reconozca el público lector contemporáneo o la historia literaria de un ámbito cultural.
No obstante, en nuestra tradición literaria hay sobrados casos en que los escritores han reflexionado sobre su quehacer o sobre temas tangenciales, muchas veces derivados de su propio protagonismo en el círculo de las letras, lo que los convierte en figuras de referencia que, más allá de su producción estética, se reconocen como ‘intelectuales’, término que, andando el tiempo, ha derivado a una connotación que no deja de ser ciertamente imprecisa cuando no irónica. Nosotros seguimos considerando la figura del intelectual como la persona capaz de mantener encendido el pensamiento, la reflexión y, sobre todo, la opinión tanto en medios de comunicación como en los cenáculos oportunos (congresos, simposios, seminarios, conferencias…) en los que se abordan temas relacionados con la construcción del pensamiento simbólico o la identidad de un ámbito socio-cultural.
En un inventario de urgencia referido a Canarias, podemos constatar cómo el poeta Pedro García Cabrera emerge en el género ensayístico al escribir El hombre en función del paisaje y otros ensayos (CajaCanarias, 2005), un libro preciso en sus opiniones, que se ha mantenido en el tiempo, tras más de ochenta años de su elaboración, ―recordemos que fue escrito en 1930― con la solidez del pensador que reflexiona sobre el entorno desde la propia experiencia. Ensayistas, con marchamo profesoral fueron Claudio de la Torre, con El escritor y su isla, el profesor Joaquín Artiles con diversos trabajos propios de su especialidad, publicados por la prestigiosa editorial Gredos o el canario exiliado Juan Marichal con La voluntad de estilo. Teoría e historia del ensayismo hispánico. Sin dejar de citar a columnistas de prensa, unos progresistas y otros conservadores, que recibían el favor de los lectores como Juan Rodríguez Doreste, prototipo de intelectual, divulgador, conferenciante y articulista, aunque no llegó a recopilar sus múltiples reflexiones sobre arte y sociedad; Antonio de la Nuez Caballero, con La Isla, o Ignacio Quintana con sus artículos periodísticos, además de la coautoría con Joaquín Artiles de Historia de la Literatura Canaria. Y entre los no nacidos en Canarias, pero que abordaron temas isleños, podríamos citar a Valbuena Prat, con Historia de la poesía canaria; a Gregorio Salvador, con Cuatro conferencias de tema canario o a Manuel Alvar con Islas Afortunadas.
Un inventario específico es el que realiza Alfonso Armas Ayala en Ensayistas canarios (BBC, 1990), quien detalla la bio-bliografía de ocho personajes que cultivaron el género durante el siglo XX, como fueron Francisco González Díaz, Domingo Doreste Rodríguez (Fray Lesco), Leoncio Rodríguez, Luis Benítez Inglot, Luis Álvarez Cruz, Domingo Pérez Minik, Juan Manuel Trujillo y Ventura Doreste, cuyas reflexiones se han prolongado en el tiempo pero con altibajos en su recepción e incidencia social.
Otros trabajos de carácter monográfico, más cercanos en el tiempo y con decisiva influencia en los ámbitos culturales son los recogidos por Jorge Rodríguez Padrón en El sueño proliferante y otros ensayos (ULPGC, 1994), sin dejar de citar su Una aproximación a la nueva narrativa en Canarias (ACT, 1985); Andrés Sánchez Robayna, con Deseo, imagen, lugar de la palabra (Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 2008), así como Visión insular (Edirca. Las Palmas, 1988), de Lázaro Santana; Juan Manuel García Ramos, con una amplia producción como crítico literario y productivo articulista, en la que ha puesto en valor el concepto ‘Atlanticidad’, entre otros exponentes referidos al mundo de la literatura y el arte. Y cerrando la nómina, sin la pretensión de ser exhaustivos, no debemos obviar Ensayos sobre cultura canaria, de Ángel Sánchez (Edirca, 1983), y la obra más reciente de Alfredo Herrera Piqué Ensayos militantes, (Anroart ediciones, 2013).
En los diccionarios de términos literarios, se suele definir el ensayo como «un escrito en prosa, generalmente breve, de carácter didáctico e interpretativo en el que el ensayista aborda, desde un punto de vista personal y subjetivo, temas diversos, con gran flexibilidad de métodos y clara voluntad de estilo» (Estébanez Calderón, Alianza Editorial, 1996). Por tanto, de ello se deriva que el ensayista es una persona que ha de tener una formación intelectual, con una fundamentación teórica y capacidad de síntesis que es lo que propicia su sentido didáctico y divulgativo. Estos, al menos, serían, a nuestro parecer, los criterios básicos exigibles para hablar de ensayistas y no de diletantes.
En este sentido, creemos que el autor de estas páginas cumple con los mismos y por ello no nos arriesgamos gratuitamente al afirmar que Luis León Barreto, signatario de estos ensayos que ahora el lector tiene en sus manos y que titula La Literatura y la Vida, se incorpora con esta aportación a la tradición ensayística de nuestro ámbito cultural. Es un autor reconocido por su formación académica como periodista; es y ha sido lector y viajero incansable y, sobre todo, autor de una consolidada obra narrativa, siendo el de novelista su prioritario carné de identidad en el mundo de nuestras letras. Pero sería una limitación cercenar su biografía literaria y su valoración por parte de las generaciones venideras si dejáramos al margen su quehacer polifacético como el de un creador que ha frecuentado los diversos géneros.
Si observamos su trayectoria creativa, podemos constatar que, salvo en la dramaturgia, León Barreto ha transitado por la poesía, preferentemente en los momentos iniciáticos de su escritura (Crónica de todos nosotros, Premio Julio Tovar, 1970), y más recientemente con Memorias de La Palma Edén (2012); el periodismo, en su múltiples vertientes y subgéneros, habiendo sido esta su prioritaria dedicación profesional durante muchos años por la lógica necesidad de supervivencia; la narrativa, género que marca su reconocimiento biográfico, y, como actividad colateral, el ensayo, que ha salpicado a lo largo de su trayectoria vital en el marco de lo que se podría denominar reflexión y divulgación cultural en diversos foros: prensa, congresos, mesas de opinión, pregones festivos, ponencias, etc.
Antes de entrar en algunas consideraciones sobre la actividad ensayística que ahora se recoge en este libro, quisiéramos apuntar algunos aspectos de la fun-damentación teórica del trabajo de León Barreto que se evidencia en su poética y que es lo que ofrece solidez a su identidad como creador. De manera más exhaustiva tuvimos ocasión de desarrollar sus características en el marco de unas jornadas literarias celebradas en septiembre de 2012, en el Museo Poeta Domingo Rivero, en Las Palmas de Gran Canaria. En síntesis muy apretada, la poética que se deriva del panorama de su obra narrativa está basada en dos vertientes: la relativa a los componentes de la narración y la referida a los aspectos formales y de contenido.
En los aspectos formales, son fácilmente verificables el uso de la crónica, como plasmación de una realidad inme-diata, y el uso del lenguaje periodístico, en cuanto portador de una urgencia expresiva que se manifiesta en sus colaboraciones en prensa escrita y digital, así como en su blog La literatura y la Vida. La literatura del siglo XX se ha caracterizado en parte por ser una mezcla de filosofía, de historia, de etnología, de plasticidad y de periodismo. En algunas de las novelas de León Barreto hay un inicial aporte documental periodístico así como el recurso a las fuentes y al conocimiento de la Historia de Canarias, desde la presencia/influencia del mundo aborigen hasta la actualidad. Ha debido de indagar en los motivos de una nueva identidad sociopolítica recurriendo a recursos que van desde la tradición oral, la descripción de acontecimientos sociales cotidianos, hasta el uso de la ironía como contrapunto crítico a la realidad unidirec-cional.
En los aspectos de contenido, aun siendo una continua y plural cascada de temas que se entrelazan en un texto, en la cosmovisión de León Barreto podemos abstraer como constante temática su interés por la isla y el aislamiento. La isla es un tema constante y recurrente, yo diría que envolvente, en la obra de nuestro autor, presente en el largo tracto histórico que abarca su simbolización cultural. El posicionamiento crítico ante el punto de inflexión que supuso la conquista de Canarias, el proceso de aculturación y la ocupación del territorio isleño; el in-terés por la emigración que, aun siendo temática universal, está contextualizada en el ámbito cultural isleño, y el mestizaje, considerando Canarias, por decirlo con un término manido como ‘crisol de culturas’; la observación del fenómeno turístico en sus vertientes de ocupación/destrucción del territorio y los cambios sociales y de costumbres en la sociedad tradicional canaria. La sociedad insular de los años 60 genera un boom turístico que hace aparecer el fenómeno urbano como relevante cambio frente a una sociedad de ancestros rurales; los servicios que genera el turismo son el motor de arranque frente a una sociedad tradicionalmente campesina. La brujería (tradición popular, la magia y la superstición); la represión franquista, presente en los textos, por exigencias del guion y compromiso generacional, o la volátil economía de lo urbano. Es decir, es la Isla con todos sus protagonistas, sus dioses y de-monios insoslayables, recreada en la memoria, en su imaginario colectivo, lo que va aflorando en las páginas de su obra con la complicidad del lector.
En cuanto a los elementos narrativos, la acción obedece a un desarrollo de acontecimientos, con un verismo de lo que se cuenta. No hay desbordamiento de la fantasía y sí apego a una realidad social y concreta. Y en cuanto a los personajes, podemos constatar que basculan entre personajes históricos (la figura del colonizador y el colonizado), y perfiles de personajes populares. Las clases sociales, una iglesia de curas y canónigos, los represaliados de la guerra civil, gente del común, ciudadanos anónimos que adquieren categoría novelesca.
Y con respecto al espacio, León Barreto no ha dejado de ahondar en el espacio mítico insular, en ese contradictorio, múltiple y mestizo espacio de los insulares, partiendo del entendimiento de que la vida en una isla conlleva unas características específicas que en el siglo XXI, el siglo de Internet y las comunicaciones virtuales, no tienen por qué ser un lastre como lo fueron en el XIX. Y en cuanto al tiempo de la historia, se abordan temas de la actualidad con no pocas incursiones en el tiempo de la Historia de Canarias. En lo referido al manejo del len-guaje, en una obra tan dilatada se perciben altibajos dado su personal vínculo con el periodismo, que queda trasvasado a la obra literaria, estando más presente en unas obras que en otras.
Si aquí y ahora formulamos un provisional inventario de la poética de León Barreto es para dejar constancia de cuáles son los fundamentos y la cosmovisión que configuran esta obra ensayística que ahora tenemos en nuestras manos y que el autor denomina La Literatura y la Vida (ensayos).
No parece descabellado afirmar que históricamente el ensayo ha estado reservado a la genérica figura del intelectual, habiéndose parcelado en aspectos científicos, literarios o filosóficos, preferentemente circunscritos al ámbito universitario. Y siendo esto una verdad no excluyente, no deja de sorprender que un novelista como Luis León Barreto se adentre en este género de reflexión y pensamiento que ha cultivado a la par que ha ido generando su obra creativa o netamente literaria.
Creemos que todo artista o creador ha de tener presente los fundamentos en los que se asienta su obra, tanto en la perspectiva motivadora u origen de su creatividad como en la proyección social de la misma en un ámbito cultural determinado. Es decir, que, explicitado o no, el escritor debería de conocer y reflexionar sobre el mundo que lo define y las circunstancias que lo rodean. Y esa es la manera de lograr no sólo una fundamentación teórica de su tarea sino una solidez y una auténtica credibilidad en lo que hace.
En este marco, Luis León Barreto nos ofrece una miscelánea de temas sobre los que ha reflexionado con diferente profundidad en distintos momentos de su dilatada biografía, y que, tanto entonces como ahora, constituyen el traslado a los lectores de su personal cosmovisión tanto del mundo artístico-literario como de aquellos aspectos sociales o circunstancias culturales que determinan el contexto en el que se manifiestan. Son, pues, materiales que propician el análisis y la comprensión de la cultura que configuran la sociedad canaria en sus más diversas manifestaciones.
Las palabras de este prólogo no pretenden convertirse en un análisis de cada uno de los textos aquí recogidos, dada la variedad de asuntos que se abordan, lo que llevaría a un “meta-análisis” que consistiría en hacer una valoración sobre lo ya reflexionado o valorado por el propio autor. En estas páginas nos encontramos con una realidad textual múltiple, cobijada en el paraguas que conforman la cultura y la literatura. Creemos que el análisis de estas realidades sociales, por su propia naturaleza, está condicionado por la perspectiva personal. En efecto, el autor nos ofrece su propia perspectiva sobre los hechos que le preocupan y su anclaje en el ámbito sociocultural de Canarias. Por ello, tener en cuenta una panorámica de su poética, como hemos indicado más arriba, no es asunto baladí, por lo que pretendemos confirmar que León Barreto tiene autoridad demostrada en estos menesteres.
Todo libro es una búsqueda. Y este, a pesar de su carácter de miscelánea y de no haber sido construido en su conjunto con una determinante voluntad ensayística propia de la ortodoxia académica, es una exploración en el pensamiento simbólico de la isla que ha acumulado a lo largo de treinta años. En este sentido, el autor se ha movido en cuatro contextos complementarios y adyacentes como son el ser testigo y observador de una época; el ser investigador de una realidad, con la curiosa mirada de periodista; el ser protagonista de una amplia y eficaz producción literaria, y el ser analista de parte de las manifestaciones socio-estéticas que se han desarrollado en las islas.
Este rebuscamiento en sustratos sucesivos de las evidencias socioculturales ha significado, además de una aportación a la tradición ensayística isleña, un valioso intento de definir lo “pancanario”, una abstracción del imaginario de nuestra comunidad atlántica. Estos intentos no se abordan desde una actitud isloteñista ni desde la autocomplacencia, sino que en gran medida afloran con sentido crítico desde perspectivas de contraste con otros ámbitos culturales.
Se recogen en estas páginas cuarenta temas en un amplio espectro de contenidos que objetivamente, a efectos de orientación al lector, nos atrevemos a agrupar en las siguientes categorías: a) Reflexiones sobre el fenómeno literario; b) Identidad y paisaje; c) Movimientos literarios; d) Protagonistas culturales. Ni que decir tiene que ante tantos temas no se ofrece una homogeneidad en su tratamiento ni profundidad, pero sí nos hace pensar que Luis León Barreto conoce con certeza el mundo en el que desarrolla su labor.
Para empezar, hace una reflexión básica: “¿Por qué me hice escritor?” Luego emerge el trasfondo de las islas, concretas o imaginadas, con las que mantiene un compromiso con el entorno desde su capacidad divulgativa, y un compromiso con la historia no sólo biográfico ni meramente positivista sino un testimonio reflexivo de la época que le ha tocado vivir. Por ello podríamos concluir que esta es la obra de un humanista que conoce el contexto socio-cultural de Canarias de la segunda mitad del siglo XX pero con el valor añadido de que su autor tiene en cuenta la evolución social desde los remotos tiempos de la Conquista. Y todo ello, jalonado con aportaciones de vivencias concretas en primera persona, con erudición y conocimiento, significa colocar ante nosotros los valores críticos del humanismo y nos lleva a no ser indiferentes sobre el protagonismo colectivo con los compromisos culturales del tiempo histórico que nos ha tocado vivir.


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