Mercurio Editorial

El libro, el valor de la eternidad

  


 

CATÁLOGO DE MERCURIO EDITORIAL

Aquí podrás encontrar nuestros títulos y comprarlos

El regente de la Real Audiencia de Canarias

El regente de la Real Audiencia de Canarias. siglos XVI-XVIII

María Dolores Álamo Martell [prólogo: José Mateo Díaz]. Historia del Derecho (Colección Universidad, 8). 1 Edición. 2015. cartoné. 15x21 cm. 292 p. ISBN: 978-84-944637-0-9

El 7 de diciembre de 1526 es una fecha que pasa inadvertida en Canarias y, sin embargo, es una de las más representativas en nuestro desarrollo histórico y cultural. Esa es la fecha en que una Real Cédula de los Reyes Católicos creó la Real Audiencia de Canarias.
En los casi 50 años que duraba ya la incorporación de Gran Canaria a la Corona de Castilla la Administración de Justicia, en la incipiente ciudad del Real de Las Palmas, no carecía de organización, y estaba desempeñada por Licenciados que recibían sus nombramientos de la Corona. Pero las apelaciones contra sus decisiones habían de tramitarse en Granada, lo que encarecía y dilataba al infinito la duración de los pleitos.
El que los Reyes Católicos solucionaran este problema, en una edad tan temprana de la existencia de Las Palmas, extendiendo la jurisdicción de la Real Audiencia a todo el Archipiélago, como ha continuado siendo, revela la formidable ilusión con que los Reyes contemplaban la evolución de las islas bajo su mandato. En efecto, hasta la fecha, en toda la España peninsular, entonces la mayor potencia del mundo, sólo había habido tres Audiencias: Valladolid, Ciudad Real y Granada. Que Las Palmas contara con este trascendental órgano de justicia, es un hecho que engrandeció súbitamente a nuestra isla, máxime si pensamos que la medida era, más que necesaria, oportuna por su trascendencia y porque marcaba la vocación transmarina de la España de entonces.
La Real Audiencia fue dotada de competencias completas y sólo en los asuntos de extraordinaria cuantía o en las condenas penales por delitos muy graves siguió habiendo recurso de apelación ante Granada. En los Archivos de la Real Chancillería de esta última ciudad he tenido ocasión de ver, con melancolía, las estancias rotuladas con el lacónico nombre de “Canarias”.
Las Reales Audiencias pronto cruzaron el mar y se multiplicaron en la América hispana, con un arraigo tan considerable que en gran medida, las fronteras de los actuales Estados surgidos de la independencia de sus pueblos, tienen, como fronteras los antiguos límites jurisdicciones de las distintas Audiencias Territoriales, última denominación que recibieron las Reales Audiencias.
Este nombre desapareció en España con la Transición Política. El deseo del entonces Presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, de contentar a Cataluña dotándola, como ésta pedía, de un Tribunal Supremo propio, llevó a su Gobierno a crear un Tribunal Superior de Justicia (Supremo no puede haber más que uno) en todas las recién surgidas Autonomías, por lo que desapareció la expresión de Audiencias Territoriales, que se extinguieron todas justamente cuando se crearon los Tribunales Superiores de Justicia (el de Canarias, con sede en Las Palmas, el 23 de mayo de 1989).
Personalmente me mostré entonces disconforme con este atraco a la Historia y que a la postre no sirvió para nada, pues Cataluña nunca aceptó la fórmula del café para todos. He creído siempre que la cultura y la historia merecen respeto, por parte de los gobernantes y los políticos, y que éstos son nadie para hacer desaparecer, aunque sólo sea su nombre, las instituciones que han arraigado en el pueblo y en el funcionamiento del Estado.
La Historia de estas instituciones forma parte de la historia de las sociedades y pueblos a que han servido, pero ha sido siempre una gran desconocida. En Las Palmas todo el mundo ha oído hablar de la Casa Regental, que fue siempre y continúa siendo la residencia de los antiguos regentes y de los posteriores Presidentes de la Audiencia Territorial y, hoy, de los Presidentes del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, y a poco más se extienden las noticias que tiene en general la gente de Canarias sobre su Tribunal más importante. Éste representa el símbolo de que en las Islas hubo tempranamente una organización ciudadana eficaz y constituye el blasón más ilustre para Gran Canaria. Piénsese que sus competencias absorbían todas las jurisdicciones, incluidas las fiscales, que siempre tuvieron gran importancia en la pequeña Historia local.
Por eso, el que la Profesora María Dolores Álamo Martell haya estudiado este tema, con la profundidad y rigor con que lo hace en su libro “El Regente de la Real Audiencia de Canarias XVI-XVIII”, yo lo considero un acontecimiento único. Porque en verdad el libro es apasionante. Las vidas de los Regentes nos acercan a como eran los intelectuales, los estudios universitarios, la organización de los viajes y la vida en general en la España de entonces. Podemos imaginarnos aquellas travesías interminables, el sentimiento de que tal vez no volverían jamás a sus lugares de procedencia, las enfermedades, los penosos asentamientos, las dificultades de vivir en una isla que entonces era frontera de Europa frente al Atlántico, una pequeña ciudad, con sus ventajas y sus inconvenientes.
Desde Hernán Pérez de Grado, el primer Regente (al que se debe la compra del solar donde se asienta la Casa Regental), hasta el último que cierra el libro, el estudio que hace la autora no puede ser más detenido y más sugestivo. Nos llama la atención el rigor crítico, la abundancia de notas, el cuidado con no aventurar hipótesis que no puedan sostenerse y, en suma, descubrimos que estamos ante una gran obra histórica y que la autora es ya una realidad científica.


Precio:
15,60 €
incluidos impuestos 4 %
0,60 €

Más gastos de envío y tramitación.



Términos y condiciones - Nota de envio



Información sobre la resolución de litigios en línea: La Comisión Europea proporciona una plataforma para la resolución extrajudicial de los litigios en el siguiente vínculo: http://ec.europa.eu/consumers/odr/
Nuestro correo electrónico:: mercurioeditorial@yahoo.es

Email