Mercurio Editorial

El libro, el valor de la eternidad

  


 

CATÁLOGO DE MERCURIO EDITORIAL

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Prontuario a una visión cervantina de la mujer

Prontuario a una visión cervantina de la mujer

Victoriano Santana Sanjurjo (textos). Nuria Santana Sanjurjo (ilustraciones). Artículos periodísticos. 1 edición. 2017. cartoné. 11x15 cm. 104 p. ISBN: 978-84-946761-0-9

Para la probable crónica de los encuentros vitales que uno, al filo de la desembocadura, deberá componer, toda precisión temporal siempre ha de ser bien recibida, así como la constatación de que todos los lazos siguen anudados y la misma extensión de la cuerda se muestra visible y tangible al cabo del viaje existencial. Por eso, ahora, que me enfrento al prólogo de un volumen tan singular y con tanta historia cronológica formando una tupida malla de encuentros, considero que la relación de nombres, fechas y hechos que se han de formalizar por escrito exigen de una voluntad clara por no andarme por las ramas, como hago con frecuencia; y no por deseos de eludir los asuntos que me atañen en el instante discursivo de la digresión ni por voluntad alguna de mostrarme heterogéneo, multidisciplinario, polifacético, con la divagación, sino simple y llanamente porque no me doy cuenta de esta tendencia mía a la hora de expresarme que, como los malos o, mejor dicho, inexpertos conductores, me hace tomar la ruta más larga cuando hay una más corta tan segura y eficaz como la amplia.
Un ejemplo de esto que señalo acaba de suceder: tras la afirmación «no andarme por las ramas» acabo de trepar por Hyperión, la secuoya roja más grande del Parque Nacional de Redwood, como si fuera el más avezado primate en sortear ramas. He llegado a la copa del árbol y compruebo que no solo me he ido por las ramas, sino que he seguido poniendo más ramas al árbol de mi pedante verborrea. ¿Ves cómo no miento?
Mas dejemos el tema y retomemos el hilo de lo que conviene, que no es otra cuestión que la de dar forma a una suerte de muescas cronológicas y anecdóticas que han de servir para entender el nacimiento de este libro, un tomo que, visto con la debida perspectiva, era inevitable que terminase viendo la luz a tenor de la cantidad de circunstancias que lo han ido situando en el punto de salida y que, previo a mi desbarre discursivo, anuncié a medias con la expresión «tupida malla de relaciones», refiriéndome así a las numerosas conexiones dadas en un espacio y momento puntuales entre personas y hechos que, aparentemente, nada parecía presagiar que se fueran a dar. En una isla como Gran Canaria, donde sus formas redondas invitan a un inevitable reencuentro sea cual sea la dirección que se adopte yendo a favor o en contra de las manecillas del reloj, las posibilidades de que se produzca este contacto son tan elevadas que, con el tiempo, y siempre ante determinados casos vividos, he terminado por dudar de si tanto azar confluyente en realidad no es más que una prueba de que el destino existe y que el encuentro iba a producirse sí o sí. En fin, en términos coloquiales, todo este rollo se sintetiza en una frase proverbial: el mundo es un pañuelo, no más.
Demostraré el alcance de esta paremia (lo intentaré, al menos) desglosando algunas cuerdas de la malla que se han cruzado en mi camino hacia la desembocadura. El propósito de este ejercicio, el ya expuesto: nutrir la probable crónica de mis encuentros vitales y, de paso, de algunos de mis quehaceres. Veamos:
1-. Del 3 al 9 de junio de 2016, en la Sociedad de Cultura y Recreo La Fraternidad, sita en la Plaza de San Gregorio de los Llanos de Telde, se llevó a cabo una exposición colectiva de pintura realizada por los alumnos de José Sosa Serván. Su título: “El yelmo embrujado”.

2-. El 7 de junio de 2016, en la citada entidad teldense, conocí en persona a don José Sosa Serván, director y gran maestro de la academia de dibujo y pintura homónima, ubicada en el barrio de San Juan del referido municipio grancanario. Hasta ese momento, habíamos mantenido un afectuoso intercambio de correos electrónicos guiados por un motivo concreto: la impartición de una charla sobre Cervantes en la mentada exposición colectiva, que finalmente tuvo lugar el mismo día en el que se conmemora en México el Día de la Libertad de Expresión, una celebración cuya finalidad, vista con la debida perspectiva, es muy próxima al trasfondo que envuelve el propósito del libro que nos convoca: unir dos sustantivos tan relevantes como “mujer” y “Cervantes”.
En términos menos rebuscados: conocí en persona a don José Sosa Serván el mismo día que dicté mi exposición. Me acompañó en la mesa, junto a la siempre grata compañía de mi maestro, el Dr. D. Antonio Cabrera Perera, y vivió conmigo la experiencia de tener frente a nosotros a unos entrañables asistentes que lograron hacer muy cómoda y reconfortante mi humilde labor de orador.

3-. ¿Que quién obró para que nuestro encuentro, el que llegamos a mantener don José y un servidor, fuera posible? Nuestra común amiga, doña Marta Samper Hernández, a quien estoy muy agradecido por pensar en mí para un asunto de índole cervantófila, como era cualquiera que tuviese que ver con la exposición señalada, y, de paso, por ponerme en el conocimiento de alguien tan extraordinario como el Sr. Sosa Serván.
De mi anfitrión y su academia, lo único que yo sabía hasta ese momento era su participación en el proyecto Esmut-Arte junto con la Escuela de Música de Telde (EsMuT) durante el periodo comprendido entre 2013-2015. Alguna que otra anotación humilde he publicado sobre la referida escuela musical y sus actividades, sobre todo porque hace años que conozco y trato a mi apreciado Antonio E. Rodríguez Sánchez.

4-. Una anécdota tangencial: minutos antes de mi conferencia, recogí un poemario original de doña Guadalupe Santana Suárez que, ciento setenta y un días después, con la colaboración en la edición del eximio poeta don Julio Pérez Tejera, trajo consigo un título importante para la que podría clasificarse como literatura teldense (un subnivel de la denominada “Literatura canaria”; subnivel, a su vez, del gran conjunto que presenta la “Literatura en lengua española”): Del corazón a tus manos (Beginbook Ediciones).

5-. Aquel 7 de junio no fue la primera vez que “actuaba” en La Fraternidad ni fue la primera vez que lo hacía con Cervantes por bandera. Mi bautizo de fuego en el recinto teldense tuvo lugar en 2005. En plena celebración por el 400 aniversario de la publicación de la primera parte del Quijote, un día, no sé cómo fraguó el compromiso (mi hermano Juan Miguel puede hablar con más precisión de este tema), se me pidió dar una charla a un grupo de bachillerato del IES José Arencibia Gil. No recuerdo los detalles de la convocatoria, pues el citado centro educativo está muy cerca de la entidad donde se compartieron mis palabras.
Sí tengo en mente cierto desencuentro que se produjo al principio del acto con quien, apelando a una lejana amistad que hasta ese momento yo consideraba sólida, había asistido simplemente, por mor de su responsabilidad pública, para figurar únicamente ante los presentes y, sobre todo, ante las cámaras de televisión (porque sí, aquel acto se grabó) dando unas palabras de bienvenida, como si el acto hubiese sido organizado por la institución a la que pertenecía. Quería aparecer, decir cuatro palabras y marcharse. No recuerdo con claridad si pensaba volver, media hora o cuarenta y cinco minutos más tarde, para decir las palabras finales (ante la televisión, por supuesto) y dar así la impresión de que se había masticado toda mi disertación. Supongo que la instrucción que debió recibir el cámara ese día fue: “Primer plano y no te salgas de ahí”. No sé, hace tanto del suceso…
Lo que sí sé es que me molestó mucho la utilización del evento para una promoción personal porque pensaba, repito, que hasta ese momento, que éramos amigos o viejos conocidos o, qué se yo, que algo de afecto había entre nosotros (somos de Telde, sus padres eran conocidos y apreciados, nuestra formación académica no nos alejó mucho…). Si hubiese compartido la charla con todos, si hubiese ejercido el rol de anfitrión que quería asumir (aunque creo que no le correspondía), uno no hubiese tenido la sensación de que lo estaban utilizando como una marioneta; pero no… Pero… Mas, ¿por qué estoy contando todo esto y me estoy enrollando de mala manera? Ya habrá ocasión para contar con detalle lo ocurrido. Sigo.
En abril de 2011 [buen mes, buen año, sin duda alguna], tuvo lugar la segunda ocasión en la que intervine en La Fraternidad. El evento consistió en la presentación del poemario En tus manos encomiendo mi alma de Ros Mari Baena García (Beginbook Ediciones), un libro que edité y para el que compuse un prólogo que, entre otras lindes, atravesó el sendero de la memoria donde confluían los libros y la literatura en ese Telde de la década de los 90 que viví desde las aulas del IES José Arencibia Gil hasta las aulas de la Facultad de Filología de la ULPGC.

6-. Tras la charla de junio, recibí una nueva invitación de don José para intervenir en el siguiente proyecto de la academia: una exposición colectiva celebrada del 11 al 18 de noviembre, en La Fraternidad, centrada en la figura de El Bosco a propósito de cumplirse el quinto centenario de su fallecimiento. El título de la iniciativa fue “Narragonien. la Nave de los Locos”. Decliné con pesar la amable propuesta por razones de agenda, las cuales, sobre todo, me impedían disponer de tiempo y sosiego para elaborar una disertación alusiva al tema de la muestra.
A día de hoy, la agenda sigue estando repleta de compromisos y proyectos, pero esta circunstancia no ha impedido abordar esta publicación, acordada hace muy pocos días gracias a que ya vio la luz el sencillo texto que nutre las páginas de este volumen, por lo que el quehacer como autor se ha limitado, por una parte, a una revisión más o menos profunda de lo hecho hace seis años y, por la otra, cumplido con el cometido, a dar el visto bueno a la que debería ser reconocida como cuarta versión (y quizás última) del producto.

7-. El martes 25 de abril de 2000, en la sexta edición del Seminario Mujer y Cultura: La mujer, una mirada masculina, organizado por el Aula de la Mujer de la ULPGC en 2000, bajo la dirección de la Dra. Rosa María Sierra del Molino, nació la primera versión del texto que contiene este volumen. Su título: “Visión cervantina de la mujer: la mujer y el Quijote”.

8-. Del 16 al 23 de marzo de 2008, el querido diario digital Teldeactualidad, dirigido por mi admirado Carmelo J. Ojeda, publicó en ocho partes la segunda versión del texto, que contaba con ligeras adiciones, enmiendas y variaciones (en el título, por ejemplo: “Visión cervantina de la mujer: la mujer en el Quijote”) y que venía complementada con varias ilustraciones de mi hermana Nuria que procedían del primer título que publiqué con Anroart Ediciones: Cervantes y la búsqueda de la esperada luz tras las tinieblas (Anroart Ediciones, abril de 2008).

9-. En marzo de 2010, se ofreció, con notable aumento del contenido, la tercera versión del texto que apareció en mi muy querido título Pro Marcelas (Anroart Ediciones, páginas 30-77). Para la ocasión, mi hermana Nuria diseñó una cubierta que, a día de hoy, sigo considerándola como una de las joyas más lindas que me ha regalado como ilustradora.

10-. El 2 de enero pasado, fui al hogar familiar, sito en Telde. Visité a mi madre y a mis hermanas. De repente, caí en la cuenta de un cuadro que ellas tienen colgado en el taller donde trabajan y elaboran sus admirables creaciones.[1] Me quedé prendado de la imagen, aunque mi hermana Nuria le restó importancia a su obra. Levantó los hombros y con un gesto lo dijo todo: «Para gustos, colores…».
Recordé mi primer libro, Cervantófila teldesiana (1998), que contenía la imagen de un cuadro suyo al óleo que había realizado mucho antes y por el que siempre he sentido una particular debilidad; hasta el punto de no dolerme prendas declarar que de ese tomo solo se deberían salvar el título (por curioso) y la imagen de la cubierta.
La evocación me condujo a un deseo: que un libro mío tuviese en la cubierta esa imagen. Al momento, pensé en que debía ser un libro cuyo principal contenido girase en torno a las mujeres; algo así, me dije, como Pro Marcelas. Sobre la marcha, caí en que tenía algo pendiente que resolver con este título: el artículo sobre la mujer en Cervantes, cuya tercera versión me satisfizo, sí, pero no hasta el punto de verla completamente acabada, pues me dejó una extraña sensación de que debía retomarla en algún momento.
El resto de los artículos que contenía el tomo sí estaban bastante redondeados; la visión cervantina, en cambio, flotaba en el agua; no se hundía, es cierto, pero tampoco se mostraba con la consistencia de una embarcación retórica que puede navegar frente a los ojos y el entendimiento de cualquier lector con la necesaria prestancia y solvencia. Que debía pasar por el astillero donde su autor volvería a revisar el navío de palabras era un hecho incuestionable; el problema estaba en determinar cuándo y por qué hacerlo en ese momento y no en otro.
En esto va y llega el 9 de enero. A las 10.19 horas de la mañana, recibo un correo electrónico de don José Sosa Serván invitándome a la exposición que su academia estaba organizando del 17 de febrero al 17 de marzo en el mal llamado Teatro Juan Ramón Jiménez de Telde (vamos, en la Casa de la Cultura de toda la vida). En esta ocasión, la muestra rinde un homenaje al sevillano Bartolomé Esteban Murillo con motivo del cuarto centenario de su nacimiento. El título de la iniciativa es “Mujeres en la ventana. Murillo y otras musas”.
El maestro, pintor y anfitrión del proyecto me deja caer la posibilidad de compartir con los alumnos de su academia, principalmente, y, por extensión, con quienes estén presentes en la sala en ese momento algunas palabras sobre las mujeres en el Siglo de Oro español. Me quedo paralizado. ¿Azar? ¿Destino? Pienso: mujer <|> siglo de oro <|> Cervantes.
Automáticamente, le propongo este libro que tienes en tus manos; que el 17 de marzo, último día de la exposición, vea la luz; y que en la presentación de la obra me permita compartir con los asistentes algunas palabras sobre el tema sugerido. Por fin, pensé, ya tenía una excusa para mandar la citada tercera versión a los mentados astilleros; ya era posible intentar cerrar una brecha abierta desde hacía tiempo.
Pero no quería que todo se quedase en los límites de un texto que se debía leer sin más; no, no era justo que así fuese. Por eso, consideré que mis palabras debían estar acompañadas por ese “texto” visual que representan los cuadros de la exposición, para que del estado eventual en una sala pasasen a formar parte del museo perenne que deben representar las agradecidas páginas de este libro. Muchas gracias, don José, y muchas gracias a todo el colectivo de pintores de la gran academia teldense que aparece en este volumen, a saber:
Cuadro 1. José Sosa Servan: “Mujer Ibérica”
Cuadro 2. Mariam Ruiz: “Interpretación de Murillo”
Cuadro 3. Gabi Valido: “Interpretación de Murillo”
Cuadro 4. Carmen Cabrera: “Interpretación de Velázquez”
Cuadro 5. Paco Carpi: “Interpretación de Velázquez”
Cuadro 6. Paco Gómez: “Interpretación de J. Vermeer”
Cuadro 7. Fátima Gil: “Interpretación de Fran Hals”
Cuadro 8. Susi Sánchez: “Interpretación de Corot”
Cuadro 9. Víctor Sánchez: “Interpretación de Van Gogh”
Cuadro 10. Makita Alonso: “Interpretación personal”
Cuadro 11. Gloria Santiago: “Interpretación personal”
Uní a esta consideración, un pensamiento: que por fin ya había un lugar para ese cuadro que en el hogar familiar tanto me había impactado. Muchas gracias, Nuria, por estar una vez más presente en mi camino, como siempre…


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