Mercurio Editorial

El libro, el valor de la eternidad

  


 

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Pensando a gritos

Pensando a gritos

Elízabeth Hernández Alvarado. Ensayo. 1 Edición. 2016. cartoné. 15x21 cm. 154 p. ISBN: 978-84-946387-1-8

El papel es el único medio de conservar nuestra labor literaria si se produce un apagón virtual, como repite un amigo con cierta sorna. Este ha sido uno de los motivos para recopilar y corregir este material: el deseo de conservar tantas horas de escritura en un soporte que me sigue pareciendo más real, más cálido y más íntimo. La red no tiene fondo, puedes publicar y publicar y todo queda en lo que a muchos nos sigue pareciendo un limbo improbable. El libro te acompaña incluso a la luz de una vela, tras el corte de suministro que ha provocado la tormenta. Así que no sería incorrecto decir que la primera razón para bajar de la red estos artículos es el deseo de que no sean víctimas de ese posible apagón y, además, de darles una oportunidad de llegar también a los románticos lectores del papel.
La publicación de este libro también me permite cerrar una etapa, una etapa vital y de escritura. No recoger el trabajo ya publicado y darle esta consistencia física, me hacía incapaz de entregarme a otras labores literarias. Por tanto, Pensando a gritos es el cierre de un periodo, el final de un ciclo. Desconozco por completo lo que vendrá luego, pero necesito pasar página sabiendo que este equipaje quedó cerrado después de un largo viaje ya concluido.
Sería de una enorme vanidad pensar que se abre un blog porque hay quien necesita leer sus artículos. Se escribe porque se necesita escribir, no porque otros necesiten leer lo que escribes. Comencé a publicar por el simple deseo de compartir opiniones, de mostrar mi enfado ante decisiones políticas y circunstancias sociales que no me dejaban indiferente, por contarles a todos lo que me indigna, lo que me entristece, lo que me emociona.
Causas Olvidadas, el nombre de mi blog, fue en su origen Causas Perdidas. Pasado algún tiempo decidí rebautizarlo porque me pareció que este primer nombre contenía demasiado catastrofismo. El olvido tiene solución, lo perdido tiene un tono de irremediable que quise desterrar.
Decía Borges que publicaba para dejar de corregir sus textos. Generalmente, al que escribe le parece que su obra está inacabada, siempre hay algo más que revisar o que cambiar, algo que una vez leído no suena exactamente como lo quería expresar. Algo que ayer te pareció sublime y hoy tiras a la papelera sin contemplación alguna.
En el proceso de seleccionar textos y prepararlos para publicar en papel, me ha costado llegar a un acuerdo conmigo misma para poner límites en las correcciones. No hay peor batalla que la que se establece con alguno de los seres que nos habitan: mi censora interna no dejaba títere con cabeza mientras que la escritora se afanaba en salvar algo de la hoguera. Reconozco que la lucha ha sido agotadora y laboriosa, pero finalmente Pensando a gritos ha tomado forma.
Me he impuesto como norma respetar el contenido de lo escrito aunque tal vez ya no sea de la misma opinión. Y así me he dado carta blanca para corregir o mejorar el vocabulario y las expresiones, intentando no alterar el tono con el que fue inicialmente ideado. Evidentemente, lo más difícil ha sido respetar a la autora que era yo en otro tiempo. Ha supuesto todo un ejercicio de tolerancia y de autocontrol, pero también un enorme descubrimiento.
Aprender a respetar el trabajo pasado y honrarlo dándole protagonismo me ha supuesto toda una lección de humildad con la escritora que soy en este instante. Y me ha hecho reflexionar sobre por qué escribo. La búsqueda de lectores carece por completo de sentido si no se está satisfecha con la tarea realizada.

LOS ARTÍCULOS HAN QUEDADO RECOGIDOS EN TRES APARTADOS:
En Causas olvidadas se reúnen cavilaciones sobre lo pequeño, sobre espacios de la cotidianidad que generalmente pasan inadvertidos. Los temas de reflexión son consecuencia de la rutina, de la vida diaria y del encuentro con el Otro. Quizá un viaje, una conversación o una noticia, hayan sido el detonante para plasmar esas realidades en el papel.
Gramática de la bronca reúne los artículos que tienen que ver con la cuestión política. Ese ámbito que cada vez se entiende menos y que sufre un descrédito constante, ante el cual no puedo evitar la bronca, la impotencia y hasta diría que el desánimo. Seguir las noticias diarias me supone un ejercicio que me siento incapaz de realizar, pero reconozco mi guerra por intentar mantenerme informada, porque no hay aspecto de nuestra vida que, de una u otra manera, no esté influenciado por las decisiones políticas. Y la indiferencia no parece una postura apropiada cuando algo nos afecta de una forma tan rotunda. Así, alterno periodos de desconexión total ─como el alcohólico que se propone hacer una cura para darle un respiro a su maltrecho hígado─; con otros en los que no puedo evitar la recaída con un atracón de titulares y noticias radiofónicas.
Gramática de la bronca es la lucha contra los molinos de don Quijote, a modo de artículos, de pequeños lamentos de visceralidad, de momentos de “pensar a gritos” en el silencio de la escritura. Donde hay algo de demencia, de ataque febril y de fuerte impotencia, que solo he podido aliviar en el papel. Puesto que muchas de estas crónicas están sujetas a noticias concretas, he añadido los titulares a los que hago referencia como notas al pie, también con el deseo de que aguanten algo mejor la embestida del tiempo. De esta manera, el lector tendrá la ocasión de acudir a la noticia original y contextualizar la lectura, si lo desea.
Y finalmente, La poesía no sirve para nada es el espacio que dedico al arte: literatura, música, cine. Este título se lo debo a mi amigo Antonio Lino, el poeta, y con el artículo que le dedico abro la sección. Un espacio de reivindicación de la cultura, tan denostada y agravada en estos tiempos que corren. Un lugar de celebración de la creación ajena, como reza la cabecera de Causas Olvidadas. Si Gramática de la bronca es el rincón de la incomprensión que me supone cierta realidad, La poesía no sirve para nada es el de la emoción, de la belleza y de la esperanza. Es la confirmación de que aún hay lugar para la confianza en el ser humano a través de su quehacer artístico.


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