Mercurio Editorial

La vida retratada

Santiago Gil [prólogo: Jorge A. Liria]. Ensayo. 1 Edición. 2018. cartoné. 15x21 cm. 500 p. ISBN: 978-84-949010-7-2

PRÓLOGO, 9
2010, 13
2011, 81
2012, 129
2013, 145
2014, 217
2015, 299
2016, 363
2017, 429

LA PALABRA DEL ETERNO OBSERVADOR




Los sueños nunca se cumplen en su totalidad. La edad nos obliga a seleccionar aquellos que más nos ilusionan o, simplemente, los que nos proporcionan más felicidad. La vida en si misma es un reto, un bello reto por el que transitamos, y sobre la que debemos saborear los aromas que la acompañan con todos nuestros sentidos.
Si de sueños y vida hablamos, en Santiago Gil encontramos su particular forma de habitarlos y retarlos. Unos se conforman con ser espectadores del transcurrir del tiempo y sus acontecimientos, otros sobreviven durmientes al embate vital; algunos construyen frágiles caparazones vitales, repletos de falsas seguridades, pero más allá de esa sensación permanente que inunda cada instante nuestros poros hay unos pocos que van más allá. Inconformistas que exploran espacios nunca habitados o escasamente visitados a través de una expresión artística innundada de curiosidad.
Santiago Gil es uno de esos seres curiosos, exploradores y observadores, cargados de inconformismo aparentemente moderado. Un mirón crítico con lo que le rodea, permeable al espacio que habita y transita, pero que no le ahoga en su búsqueda de sueños. Santiago Gil creyó en un momento de su vida que los momentos había que aprovecharlos tal como venían, porque no se repetirían, pero a la vez decidió acompañarse de la palabra, la oral y la escrita, como tabla de salvación a lo cotidiano.
El espacio que le rodea y los seres que lo habitan son observados por Santiago Gil con una mirada que los desnuda. En un tiempo, este incansable observador trataba de transitar en el universo de la realidad, con descarnadas dosis de testimonios vitales compartidos con lectores. Las cosas tal como eran. Gil caminaba sobre los bravos e imprevisibles ríos del periodismo. No se achicaba, blandía con fuerza la palabra cargada de verdad, con el incombustible ánimo que despertar en los demás una solidaria mirada, o dejar al descubierto a todos esos desgraciados que disfrutan de su existencia diaria haciéndole la vida imposible a los más débiles.
La palabra escrita no se contaminó por la inmediatez de la noticia, pues era precisamente ella el instrumento básico para entender, comunicarse y llegar a los lectores. Ni siquiera el despacho y los escritos formales mermaron su convicción. Este observador de la realidad decidió hace muchos años que la palabra de ficción debía acompañarle más allá de sus admiradas lecturas. Comenzó entonces un nuevo derrotero vital cargado de persistencia y crecimiento. En ocasiones con apariencia pesimista y oscura, con puñetazos directos a lo que para muchos es invisible. Pero es que a Santiago Gil le gusta desgajar, rescatar y llamarnos la atención con aquello que corre el riesgo de ser olvidado por la vorágine monocolor del instante. Sólo un optimista perenne e infatigable es capaz de extraer de la oscuridad social y personal la palabra necesaria, imprescidible, para nuestra memoria común. La mejor muestra de ello es la tenacidad, la persistencia que le empuja cada día a través de los años.
Realidad y ficción, con el nexo común de la palabra bien escrita, son las fórmulas que Santiago Gil encontró hace mucho tiempo para construir su edificio literario. En él siempre encontraremos esa dosis de emoción. Es imposible leerle y concluir indiferentes. Ese es precisamente su objetivo. Él es un inmisericorde observador, un oscultador sensible y muy especial. Con una mirada afinada, precisa que tiene la asfixiante necesidad de compartir.
El lector encontrará en este libro una selección de artículos publicados entre 2010 y 2017 en Canarias 7. En ellos Santiago Gil se disfraza de contador de pequeñas historias habitadas de personajes, casi siempre cotidianos, de falsas experiencias personales, o no. Porque en Gil son muchas las ocasiones en las que no se sabe donde está el límite entre lo real y la ficción. Es un juego que nos propone y con el que disfruta. Detrás de una buena historia de ficción, más allá su extensión, siempre hay una dosis de realidad.
El tiempo estructura este libro, y a través de él se reproduce la secuencia de los artículos que fueron apareciendo en el periódico citado. Un devenir casi diario con el que descubrimos el impulso de todos esos instantes de creación literaria diaria. Porque Santiago Gil no acude en su columna a la descarnada actualidad, sino que intencionadamente se viste de juego literario, de reflexión. Plantea preguntas, expone hechos y nos lleva siempre al terreno que desea.
¿No se lo cree?, pues le aconsejo que lea este libro con la curiosidad y el disfrute literario que se merece, porque más allá de compartir los pensamientos sin más, hay que descubrir en los demás las ideas, los sueños y todo ese universo de curiosos que habita en cada uno de nosotros. Quizá entonces, pueda descubrir su propia mirada hacia lo que le rodea y que entre todos construyamos un futuro mejor a través de aquello que mejor sabemos hacer. Santiago Gil ya lo hace cada día a través de la literatura y el periodismo.

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